Levantarse por la mañana con las noticias de la radio, dirigirse a la ducha con los ojos cerrados y sin tropezar porque la rutina diaria te lleva literalmente de la mano. Dejarse caer en la pared de la bañera mientras el agua trata de espabilarte un poco y, todo esto, hasta que ya tienes suficiente activos los sentidos como para elegir el aroma del gel que necesitas para ese día (hay quienes tenemos ese tipo de manías).

Al fin con los ojos abiertos. No parecen muy buenas las noticias del día: cuándo pasará algo bueno para que podamos contarlo (me dice el pensamiento). Me visto, me seco el pelo, me maquillo y me echo perfume.

No hay mucho tráfico a estas horas yendo en moto. Aparcar, entrar en la cafetería, pedir un café y tostadas y coger los periódicos. Este es el pan nuestro de cada día.