M2M communication blue gradient concept icon. Remote connection for technology. Wireless information exchange between devices idea thin line illustration.
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Hace un par de días comentaba con un amigo de la comunidad científica el fuerte impacto de los M2M en los últimos diez años. A menudo, vamos tan deprisa, que se nos pasan las décadas y, con ellas, el tiempo de reflexión. Surgen nuevas necesidades y nuevas formas de consumo. Hoy en día podríamos estar debatiendo sobre ello semanas, porque «inventar», lo que se dice «inventar» en el siglo XXI, está siendo exquisitamente abrumador.

Realmente, ¿estamos avanzando?. Fue la pregunta en torno a nuestra conversación. «Claro que sí», le dije yo. Lo que pasa es que, además del universo en el que vivimos, cada individuo vive en uno del que no sale, uno propio, y éste solo abarca lo que cada uno conoce; todo lo demás que es desconocido, no existe para ellos. A esta conclusión llegó mucho antes que nosotros Albert Einstein, sin embargo, insisto, vivimos tan deprisa, que la lógica a menudo se inactiva por falta de atención a las cosas. Y lo cierto es que, por aquello de que no todos vivimos ni pensamos igual, unos vamos más adelantados que otros. Es la lucha diaria por el progreso.

Reconozco que estar continuamente estudiando me ayuda a mantener la alerta, esa que me niego a perder en un mundo donde cada día se pugna por acabar con el librepensamiento y la autocrítica, adoctrinando y manipulando acomodadas mentes humanas. La gravedad de la situación llega hasta el punto de que, solo ojeando comentarios en redes sociales, te das cuenta de que cada vez hay más ignorantes, personas que nunca experimentarán aquello que decía Sócrates: «The more I learn the less I realize I know«. Y que después concretaría Einstein: «The more I learn, the more I realize I don´t know«.

Debo reconocer que mi mente es un poco hipocondríaca (risas), no sabe vivir en espacios pequeños. De ahí la constante necesidad de andar ampliándose y afianzando conocimientos sobre los que basar mis pensamientos, es la gimnasia diaria de mis neuronas. Esto se lo debo a un Catedrático que me dio clases en la universidad, y que grabó a fuego aquello de «No opines si no sabes de las cosas. El conocimiento es poder«. Es muy común en la juventud caer en esto, preciosa edad en la que solo por asomar el cuello al exterior crees que lo has visto todo, pero es imperdonable ya cuando se llega a cierta edad.

Aún así soy mujer de fe. Quiero creer que, aunque tengan que pasar siglos, algún día la humanidad despertará, abrirá los ojos y tendrá una visión más amplia de las cosas. Quiero creer que algún día se acabará eso de vivir la vida ajena y la gente se centrará en aprovechar y exprimir la suya al máximo. Que sumando la creatividad de unos y otros, trabajando juntos, haremos cosas increíbles por el bienestar de todos. Realmente, necesito creer que algún día la educación y la formación será lo primero en todas las sociedades del mundo, que así nacerán nuevas mentes brillantes y nuevos héroes científicos. Sí, lo necesito, porque morir creyendo lo contrario sería lo mismo que dar por perdido el futuro de humanidad, con todo lo que tenemos que ofrecer y todo lo que debemos corregir en nuestro planeta todavía.